La libertad comercial y de horarios beneficia al consumidor porque aumenta su libertad de elección y disminuye las presiones inflacionistas. Al trabajador porque aumenta la cantidad y productividad de los puestos de trabajo y por tanto su salario a largo plazo.
Permite también el acceso al empleo de aquellos grupos sociales para los que el trabajo a tiempo parcial es un determinante importante. Al contribuyente porque al impulsar el crecimiento económico y el empleo aumenta la base tributaria. A la sociedad, en su conjunto, porque el crecimiento disminuye la tasa de desempleo y mejora el bienestar social. Todos estos beneficios son cuantificables y han sido observados y medidos en experiencias internacionales recientes.