La reforma laboral de 2010 se mueve entre la tradición de las reformas laborales que arrancan de la crisis de 1994 y la visión según la cual el sistema español de relaciones laborales estaba necesitado de reformas profundas de los sistemas de contratación, de las causas y costes del despido, de las necesidades de flexibilidad de las empresas, del ajuste de los costes salariales a la empresa y del reforzamiento de la competitividad de las empresas españolas, que sigue siendo muy baja.