Evocar un posible recurso al ejército, reclamar "penas ejemplares", preconizar un control de las redes sociales: en el Reino Unido, el primer ministro David Cameron ha multiplicado las amenazas tras las revueltas del mes de agosto. La agitación de los barrios desfavorecidos ha servido igualmente para estigmatizar de nuevo a las clases populares, declaradas únicas responsables de su suerte.