La crisis producida por las guerras coloniales de fin de siglo (1895-1898) y la derrota final frente a Estados Unidos fue seguida de una muy rápida e intensa recuperación económica. Las remesas de los emigrantes españoles en el exterior, alentadas por las expectativas de apreciación de la peseta tras el hundimiento bélico y el indulto para prófugos y desertores, impulsaron la expansión económica. Las remesas fueron mucho más importantes que la repatriación de capitales de las antiguas colonias y que la inversión de capital extranjero.