A medida que avanza la tecnología, surgen nuevas herramientas metodológicas para el desarrollo de mejores investigaciones a nivel social. Las simulaciones computacionales constituyen un reflejo de estas afirmación. Dadas sus características, estos modales formales abren la puerta a la experimentación virtual en las ciencias sociales, experimentación que nace de la posibilidad que tiene el investigador de someter el modelo en estudio a estímulos deliberados para observar su comportamiento, pero que es virtual, puesto que dicha intervención se lleva a cabo sobre el modelo y no sobre la propia realidad. Esta posibilidad determina que los principales usos de las simulaciones en la investigación social estén fundados tanto en su alta capacidad predictiva como de representación. Ello constituye un importante avance frente al resto de los modelos formales donde la relación entre dichos aspectos es inversamente proporcional, cualidad que los hace especialmente útiles en el estudio de procesos caracterizados por altos grados de complejidad. La construcción de simulaciones consta, fundamentalmente, de cuatro etapas: la especulación informal, el diseño del modelo, la programación del modelo y su validación, siendo los tipos más interesantes, entre los disponibles hasta el momento, las dinámicas de sistemas, las simulaciones multiagentes, las simulaciones microanalíticas y los modelos evolutivos.