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Los análisis sobre Estado, democracia y ciudadanía coinciden en considerarlos fenómenos políticos modernos. Los teóricos sociales, compartiendo en su gran mayoría esta aseveración, localizan el inicio del estudio de estos procesos alrededor de los siglos XVII y XVIII en el espacio correspondiente al cuadrante (nor)occidental europeo. Al siglo XIX en adelante le corresponde la reflexión acerca de la universalización del Estado, la democracia y la ciudadanía, de modo que ya a fines del siglo XX se los evalúa como fenómenos a escala planetaria. El fin de nuestro trabajo es presentar algunos lineamientos sobre las cuestiones que en una democracia surgen como resultados de la tensión entre la demanda de aceptación de la/s pluralidad/es y la de reconocimiento/s de la/s diferencia/s. La proposición que defendemos en este escrito es que las exigencias de aceptación de las pluralidades ocasionan menos problemas a una democracia que los resultantes de las exigencias de reconocimiento de diferencias.
