Hace diez años tuve la oportunidad de coordinar el primer número de la Colección de Estudios Mediterráneo Económico, dedicado a la inmigración. Vivíamos entonces, como veremos en este artículo, las pulsiones derivadas de un intensísimo flujo inmigratorio, que no siempre fue bien gestionado ni entendido por las autoridades competentes. Aquella monografía no ambicionaba la redacción de unas conclusiones concretas, por lo que no hicimos un corolario de recomendaciones finales, ni nada que se le pareciera. La coordinación aspiraba a que los temas seleccionados, y los autores propuestos, pudieran aportar datos, opiniones y referencias suficientes para un mejor conocimiento de los complejos fenómenos migratorios, en el pasado y por aquellas fechas. Se respetó escrupulosamente la libertad de opinión cada autor, obteniéndose un trabajo conjunto muy rico en matices y apreciaciones, ya que, como es evidente tras su lectura, no todas las opiniones fueron coincidentes. Repaso el ejemplar y compruebo el grado de intensidad del debate inmigratorio en aquellas fechas, y cómo algunas de las intuiciones apuntadas en ellas se han cumplido, mientras que otras -como las del crecimiento económico contemplado por las instituciones españolas y europeas-, se han desmoronado, sencillamente. Hoy, a pesar de nuestro deterioro laboral, seguimos teniendo una población inmigrante superior a la que teníamos cuando se escribieron aquellas líneas. a continuación porque considero que siguen siendo válidas hoy en día, a pesar de los evidentes cambios que han experimentado tanto nuestra economía como nuestra sociedad...