En diciembre fueron 5.000, luego 50.000, 120.000 y, el 4 de febrero, ya eran casi 200.000 las personas que se manifestaban en Moscú, con temperaturas de dos dígitos bajo cero. Algo está cambiando en la política rusa y el cambio tiene que ver con la extensión de una clase media que disfruta del mayor nivel de prosperidad que Rusia ha conocido en su historia. Son jóvenes y profesionales liberales de éxito, educados y familiarizados con los nuevos medios de comunicación.