Rusia ha pasado de ser un país casi en declive a convertirse en una potencia nuevamente emergente en pocos años. Los factores que explican este cambio tienen que ver con la consolidación de Rusia como un petro-Estado durante la era Putin. Rusia está creciendo económicamente, pero su crecimiento discurre parejo a un recorte de las libertades, un control monolítico del poder y una acentuada desigualdad, lo que dificulta que Rusia sea considerada por muchos como una superpotencia.