Carlos Zermeño
Si yo en este momento lanzara al aire la pregunta "¿qué fue primero, el huevo o la gallina?", el lector promedio, quizás no preparado para asumir tan sencillo reto, la consideraría una paradoja insensata (el huevo viene de una gallina que viene de un huevo que viene de una gallina...). Sin embargo, si se toman algunos segundos para pensarlo, es posible decantarse por una u otra posibilidad.