Los grandes operadores financieros buscan en sus actuaciones la mayor rentabilidad con el menor riesgo posible. Tienen la capacidad de condicionar la estabilidad de los mercados en función de los grandes volúmenes de activos que mueven y, de acuerdo con sus preferencias en la relación existente entre liquidez, riesgo y rentabilidad. La globalización económica y las nuevas tecnologías de la comunicación y la información permiten a estos operadores mantener un contacto permanente para mover divisas con total libertad en un espacio económico desregulado. Lo que les proporciona potencia suficiente como para poner de rodillas a los Estados.