El tamaño y la actividad global de las entidades que operan en los mercados financieros las confiere capacidad de presión sobre Gobiernos, Bancos Centrales y mercados en general, situando los precios de los activos financieros dónde más les conviene. Tal situación hace imprescindible regular los mercados financieros para limitar el poder desmedido de las grandes entidades de inversión.