Markus Reitzig
No se puede decir que exista una falta de consejos o recursos sobre cómo convertir a las empresas en fuentes de ideas creativas, pero la experiencia apunta que en la mayoría de las organizaciones el problema no es precisamente la falta de ideas, sino distinguir las buenas de las que no lo son. El autor de este artículo analiza lo que ocurre cuando una idea se proyecta en una gran organización, y ofrece algunas indicaciones que los directivos pueden adaptar al contexto de su propia empresa para asegurarse de que las propuestas de innovación más prometedoras -y solo ellas-, no pierdan la oportunidad de ser implementadas.