Después de siglos de no haber sido tomadas en consideración, las mujeres emprendedoras buscan la independencia profesional, pero sobre todo la libertad de elegir. En su lucha por la autonomía, asumen más riesgos que los hombres. No sólo por las mayores dificultades para alcanzar las mismas metas, sino también porque no están dispuestas a perder flexibilidad cuando se trata de amalgamar sus carreras con sus obligaciones familiares. Una exhaustiva investigación realizada por Heffernan descubrió tres verdades esenciales sobre las mujeres que fundan nuevas compañías. Factores como el choque de tendencias económicas y sociales, los nuevos desarrollos tecnológicos, y la necesidad de probarse a sí mismas, se conjugan para dar cauce a su creatividad y resistencia a la hora de empezar de cero.