El presidente ejecutivo de Microsoft tiene varias tareas por delante. Entre ellas, la de transformar a una empresa que factura US$ 50.000 millones en un emprendimiento ágil e innovador, y la de competir contra nuevos modelos de negocios que desafían el enfoque tradicional de Microsoft del desarrollo de software. Ballmer se unió a Microsoft en 1980, y la vio crecer desde sus 30 empleados de entonces hasta los casi 80.000 de hoy. Su estilo de conducción es, según su propia definición, "más chispeante" que lo habitual. El día anterior a la presentación del Microsoft Vista ante clientes corporativos en la ciudad de Nueva York, dio una charla en Wharton, donde dejó en claro que, cuando su gente apunta a u n mercado, no se detiene hasta lograr que sus productos sean competitivos.