Las políticas de rescate que se vienen practicando para proteger al euro son poco realistas y escasamente eficaces. Lejos de arreglar las cosas y mejorar las perspectivas de la economía, están conduciendo a los países afectados a la depresión económica y al conflicto político y social. El caso de Grecia es un ejemplo palpable de la aplicación de unas políticas que cargan sobre los ciudadanos las consecuencias de los errores de quienes han diseñado un modelo económico y monetario basado en especulaciones financieras, ignorando las diferencias de las economías de los países que integran la Unión Europea.