La energía es un sector clave al constituir su producción un input esencial de todos los sectores productivos. En este sentido, las políticas dirigidas a reestructurar o mejorar el sector energético presentan una notable capacidad para incidir en el crecimiento económico. Igualmente, la competitividad de los sectores económicos depende crucialmente de la cantidad, calidad y precio de la energía suministrada, pudiendo afectar a la actividad y al empleo generado en la economía.