Es una realidad incontestable que en las sociedades desarrolladas cada vez vivimos más años y con mejor calidad de vida. Sin embargo, lo que podemos considerar un gran triunfo de la humanidad en su lucha contra las enfermedades y la búsqueda del bienestar puede llegar a convertirse en una amenaza para ese mismo bienestar si las personas mayores son sentidas como una carga para el resto de la sociedad, parásitos sin utilidad económica, que absorben recursos generados por una cada vez más menguante población activa.