El envejecimiento de la población es progresivo. Cada vez hay más ancianos respecto al número de jóvenes. Sin embargo, no todas las personas tienen las mismas oportunidades de envejecer con calidad de vida y salud por igual, ya que esto tiene que ver de forma fundamental con la capacidad económica, que actúa como un efecto determinante sobre la mejor o peor salud de los ciudadanos. Por ello es tan imprescindible el asentamiento y desarrollo de las políticas propias del estado de bienestar, que contribuyen a corregir las desigualdades gracias a la existencia de los servicios públicos de salud.