La Doctrina Social de la Iglesia constituye un rico patrimonio surgido del encuentro del mensaje evangélico y de sus exigencias éticas con los problemas que surgen en la vida de la sociedad.1 En cuanto parte constitutiva de la concepción cristiana de la vida,2 todo bautizado está llamado a conocerla, hacerla vida en sus relaciones cotidianas y transmitirla. La nueva evangelización de la que el mundo actual tiene una urgente necesidad “debe incluir entre sus elementos esenciales el anuncio de la doctrina social de la Iglesia, que, como en tiempos de León XIII, sigue siendo idónea para indicar el recto camino a la hora de dar respuesta a los desafíos de la edad contemporánea.”