Heike Bruch, Jochen I. Menges
Es natural que las empresas se sobreexijan para alcanzar un desafío riguroso o cumplir con un hito crucial. Pero cuando el ritmo apresurado se vuelve la norma, los empleados se agotan y el desempeño corporativo se ve resentido. No caiga en esta trampa, lo debilitará.