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Antonio Fernández, Borja García-Alamán de la Calle, Adrián Thery Martí, Juan Verdugo García
Las leyes sobre insolvencia difícilmente pueden reconciliar los objetivos de preservación de la empresa y satisfacción de los acreedores, razón por la que habitualmente optan por sacrificar uno de los dos, lo que las hace merecedoras del apelativo de más o menos «favorables» para la empresa. La cuestión es si el objetivo de la preservación de la empresa debe reservarse para un estadio distinto del concurso y más inicial, como el de la «preinsolvencia», dejando el concurso como una suerte de liquidación para situaciones de insolvencia terminal. Si así fuera, ello requeriría ampliar el ámbito de la Ley Concursal para incluir soluciones preconcursales más allá de los intentos de la reforma de marzo de 2009. Solo el fallo de esas soluciones preconcursales debería abocar a la empresa al concurso, entendido como solución meramente liquidatoria. Se impone la necesidad de contar con un Derecho de reestructuraciones en lugar de un Derecho de la insolvencia.
