Simone de Beauvoir escribe desde la perspectiva de la moral existencialista, que considera a todo existente como sujeto, como transcendencia. El mayor de los males es que una transcendencia caiga en la inmanencia, que se haga objeto, cosa. Si esta caída es buscada por el sujeto es la �mala fe�, una falta moral. Si es inflingida por otro sujeto, es la opresión. En Le deuxième sexe analiza la situación histórica de las mujeres en relación a este problema central para el existente humano. Veinte años más tarde, en los relatos de La femme rompue, describe a diversas mujeres en situaciones concretas y comprobamos que mantiene la misma posición, pesimista y sin aparente salida, que había teorizado en Le deuxième sexe. La única salida sería, en coherencia con la moral existencialista, la superación del aparente refugio que constituye la �mala fe� y la lúcida, liberadora y, ¿por qué no? alegre, aceptación de nuestra realidad de seres humanos