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La colectividad española en Chile durante el siglo XX constituyó el grupo europeo más importante del país. A medida que transcurrió el siglo su preponderancia fue en aumento debido fundamentalmente a la disminución de los otros grupos foráneos.
La sociedad receptora mostró una actitud receptiva que facilitó su inserción laboral que se fue consolidando en los sectores comercial e industrial. Si bien es cierto que, en general, se desarrollaron con estableimientos de escasa capitalización se advierte un palmario proceso de crecimiento que, al mismo tiempo, implicó una perceptible movilidad social vertical ascendente. Las limitadas posibilidades laborales que ofrecía el país frustraron las migraciones masivas. Por lo cual la inmigración se nutrió fundamentalmente de inmigración espontánea, a través de cadenas y redes parentales.
Por otro lado, es interesante advertir el desarrollo de la colectividad en sus organizaciones étnicas, que estimuló el quehacer económico y la cohesión interna del grupo que evidenció un comportamiento matrimonial endogámico, lo cual constituyó un factor importante en la acción conjunta y el mantenimiento de aspectos identitarios y culturales del grupo
