Aranzazu Montes Cortaberría
Me sorprende lo habitual que es fijarnos en las consecuencias de nuestras acciones sin detenernos demasiado en meditar qué hemos aportado nosotros a tales resultados. Da la impresión de que la resultante final ha dependido del concurso de los demás y poco de la propia actuación, como si fuéramos extraños a nuestros actos. Mi sensación es que esta actitud se acentúa cuando surge el tema de las generaciones que nos van a suceder y sus modos laborales, ahora que está tan en boga hablar de las generaciones X e Y.