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Roderick M. Kramer
¿Cuándo vamos a aprender? Apenas nos recuperábamos de Enron y WorldCom cuando tuvimos que enfrentar el colapso de las hipotecas subprime y más escándalos que remecieron nuestra confianza en los negocios. Esto nos plantea la pregunta: ¿confiamos demasiado? En este artículo, el autor explora las razones de por qué confiamos con tanta facilidad, y con tan poca prudencia. Él explica que la genética y el aprendizaje en la infancia nos predisponen a confiar, lo que ha sido un buen mecanismo de supervivencia. Dicho esto, nuestra disposición a confiar nos vuelve vulnerables.
Nuestro sentido de la confianza reacciona a señales muy simples, como cuando la persona se parece a nosotros o pertenece a nuestro grupo social. También confiamos en terceros que verifiquen la confiabilidad de otros, a veces en detrimento nuestro (como ocurrió con las víctimas de Bernard Madoff). Agregue nuestras ilusiones de invulnerabilidad, y las tendencias a ver lo que queremos ver y sobreestimar nuestro juicio, y el resultado es que podemos ser engañados fácilmente.
Debemos desarrollar una confianza moderada. Para los que confían demasiado, significa leer mejor las señales; para los desconfiados, implica tener conductas más receptivas. Todos deberían empezar con acciones pequeñas que alienten la reciprocidad y más confianza. También ayuda el protegerse contra los abusos, como los guionistas de Hollywood que registran sus tratamientos de guión en el Sindicato de Guionistas de EE.UU.
Para atraer a las relaciones correctas, las personas deben enviar señales fuertes de su honestidad, disipar las preocupaciones de la contraparte y tomar represalias si hay abuso. Confiar en los individuos por el rol que tienen �es decir, confiar en el sistema que los selecciona y capacita� también ayuda, pero no es infalible. Y no basta la due diligence para protegerse; se necesita una vigilancia constante para asegurarse de que el entorno no ha cambiado.
