El aumento de la pobreza y las desigualdades en los países poco desarrollados está en el origen del uso de menores como fuerza de trabajo y como fondo de provisión de niños para la adopción. El fenómeno de las adopciones internacionales responde a un ajuste demográfico entre países pobres y ricos, extendiéndose en Europa desde 1960. Los países pobres con altos índices de natalidad se convierten en proveedores de niños para los países ricos donde la natalidad desciende de forma continuada. El comercio de niños y el uso de menores como mano de obra en régimen de semiesclavitud sigue siendo una de las consecuencias más negativas de la pobreza y las desigualdades.