Este artículo expone el marco �político, económico, militar, de seguridad, de (des)información a la ciudadanía� en el que se suele mover y proyectar la industria nuclear. En oposición a argumentos publicitarios, pletóricos de defensas interesadas, los partidarios de lo nuclear deberían admitir que esta energía sigue siendo cara, peligrosa e innecesaria. En contraposición, las energías preferidas por los ciudadanos europeos son la solar y la eólica. En el texto se repasan algunos ejes centrales, destacando vértices poco señalados, que siguen fundamentando la apuesta por un sendero energético y civilizatorio que niegue lo nuclear como sal de una tierra habitable y afable.