El mercado de trabajo español, lastrado por la precariedad, el exceso de flexibilidad y fuertes oscilaciones y distorsiones, induce la expansión de actividades de baja productividad y bajos salarios. Se produce así una espiral que lleva a desincentivar las inversiones en capital humano y el desarrollo de sistemas complejos de organización del trabajo. Por lo tanto, para transformar el modelo productivo es necesario que a la par aumente la estabilidad del empleo, que el trabajao decente se convierta en una realidad y se termine con la precariedad, propiciando otros modelos más eficientes.