Las nuevas tendencias globalizadoras obligan a repensar el modo en que debemos preparar a las nuevas generaciones para insertarse en la vida política, económica, social y cultural. La respuesta habitual consiste en decir que el sistema educativo debe ocuparse de esta tarea. Pero hay razones para pensar que el sistema educativo tal como lo conocemos siempre llegará tarde frente al enorme potencial de innovación del mundo extraescolar. Dos estrategias se proponen. Involucrar en la tarea a al menos parte del mundo extra-escolar (más específicamente, a la cultura) y redefinir los límites entre lo que pertenece al mundo escolar y lo que queda fuera.