La Unión Europea necesita tener una política económica común. El aprendizaje histórico ha servido para constatar que la integración gradual de las políticas nacionales, desde la Comunidad del Carbón y el Acero hasta la Estrategia de Lisboa, ha sido muy beneficiosa para la dinamización de las economías, para el incremento de la inversión interna y para el desarrollo de una fuerza laboral cualificada y competitiva. Otra de las enseñanzas aprendidas es que la cooperación y la solidaridad han sido claves para que la Unión Europea haya llegado a ser la economía más grande, más igualitaria y más productiva del mundo, aspectos estos que deben tenerse muy en cuenta a la hora de afrontar la crisis económica actual.