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La trascendencia simbólica y mediática de la reunión de Trinidad y Tobago ha acentuado aún más el decaimiento de las cumbres iberoamericanas, por no hablar de las cumbres UE-América Latina y el Caribe. Y es aquí donde España debe preguntarse cómo le afectará la transformación en las relaciones hemisféricas y, aún más, qué oportunidades se abren para profundizar unos vínculos ya consolidados, con un gran potencial por desarrollar en ámbitos apenas explorados.
