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El ávido no es quien satisface sus necesidades materiales o espirituales sino quien quiere más de lo necesario e incluso espera tenerlo todo. La economía clásica, a diferencia de la economía actual de la globalización, no fue formulada en función de la avidez sino más bien de la necesidad. Era la ciencia que se ocupaba de la supervivencia humana. Esa era la finalidad de la producción. A medida que fue más factible, por la mejora de los medios de producción, la satisfacción de las necesidades primarias, surge otra economía basada en la avidez. El terrorismo busca demostrar la falta de valor de la mayoría de la gente de las actuales sociedades ricas y deshumanizadas, y la falsedad de lo que predican sobre los derechos humanos y la libertad individual. El gran triunfo del terrorismo es que ha conseguido demostrarlo. Ha probado la cobardía y la falta de humanidad de la mayoría. El gran negocio de los poderosos es nuestro miedo, ese sentimiento que nos hace más obedientes y manejables.
