La Argentina presentaba - en el contexto americano de principios del siglo XX- un importante desarrollo económico a la par que una fuerte intención civilizatoria. En 1853, sobre el substrato colonial, se asentaron las bases independientistas y fundacionales de la Nación. La prosperidad en el terreno económico y los lazos de orden comercial que la unían con Europa, privilegiaron como geografía esencial a Inglaterra y Francia.
La comunidad de intereses de uno y otro lado del Atlántico facilitó el intercambio cultural, científico, artístico e inmigratorio; a diferencia de la vinculación del virreinato que se había planteado casi únicamente con España.