Acceso usuarios
José Angel Bergua Amores 
La sexualidad y la agresividad son dos poderosos instintos que el hombre ha heredado de la naturaleza y convertido en la materia prima de un gran montante de sociabilidad. Ambos han sido también objeto de regulación desde instancias exteriores al individuo. Tal regulación ha traído consigo el precio de la aparición de trastornos psíquicos y de graves conflictos. Durante el siglo XX a los individuos se les ha reconocido capacidad para autorregular su sexualidad pero no su agresividad. Este artículo demuestra que la autorregulación de la agresividad es igualmente necesaria pero que en el marco del Estado Nación su aceptación es imposible. Para demostrarlo se hace un análisis comparativo del trato entre sujetos que protagonizan los jóvenes de una discoteca y los adultos de una sala de fiestas. Para completar este análisis también se hace referencia al trato que los mismos jóvenes y adultos dispensan a los objetos
