Aboga el autor por una profunda reforma de la casación civil, cuya regulación actual, tras la promulgación del Acuerdo de la Junta General de la Sala 1.ª del TS, de 12 de Diciembre de 2000, a nadie satisface. Por ello, debiera extenderse la casación a todos los autos definitivos y a todas las Sentencias dictadas por las Audiencias, pero, al propio tiempo, y a fin de evitar la sobrecarga del TS, debe potenciarse el «interés casacional» del recurso sin incurrir en el modelo del cerciorari recientemente inaugurado por el TC.