María Ángela Giaimo
A fines de julio de 2002 el Uruguay sufre una de sus peores crisis financieras, económicas y sociales. Reprogramaciones de las cuentas bancarias, tanto de instituciones privadas como del Estado, supuestos saqueos por �pequeñas hordas� a supermercados y comercios del centro de Montevideo atentan contra el anclado y fuerte imaginario del Estado de Bienestar, gestado en la Atenas del Plata de los años cincuenta del siglo pasado. Se da espacio entonces claramente una representación de desintegración social. Del Estado Protector emerge otro con un fuerte discurso de la �ley y el orden�, y a un estado de las cosas en que todos los males son parte de una �conspiración� de unos pocos marginales, capaces de incitar a una violencia social sin retorno. La narración mediática que afirmaba que en este país jamás se realizaría una revuelta social como en la Argentina de diciembre de 2001 que derrocó al presidente Fernando de la Rúase configura en un discurso oficial que sostiene que un �pequeño Bin Laden� dirige los hechos de �desborde�. El discurso de los medios de comunicación, y en especial el de la prensa, juega en esta ocasiónun rol fundamental en la construcción de la realidad y la ciudadanía, y (re)produce uno de los miedos contemporáneos de la sociedad de la incertidumbre, al decir de Zygmunt Bauman, el de la desviación de las normas. ¿Qué sentido de �desviación� contruyó la prensa uruguaya en estos quince días de crisis del país? ¿Quién es, en realidad, el primer personaje que se sale del �libreto� social? ¿Quiénes son los protagonistas de la narración? ¿Cómo es el discurso desde el gobierno? ¿Qué estereotipos se utilizan? ¿A qué tipo de violencia y terror se hace referencia? ¿Existen estrategias de enunciación diversas según el medio de prensa? ¿Cuáles son éstas? Es difícil (y al fin de cuentas humillante) preocuparse por amenazas que no se pueden dominar, y no digamos combatir. Las fuentes de la inseguridad no son visibles y no aparecen en los mapas que se venden en los quioscos de prensa, así que no podemos localizarlas con precisión ni podemos intentar cegarlas.� Zygmunt Bauman, Modernidad Líquida, Fondo de Cultura Económica de Argentina, 2000 Buenos Aires.