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Antonio Robledo Villar
En el momento actual, el legislador ha acometido una segunda e importante modificación mediante Ley Orgánica en orden a incrementar el control sobre el riesgo tolerable por la vía de la expresa previsión de notables excesos de velocidad así como la ingesta alcohólica en niveles peligrosos y la conducción sin habilitación legal vigente. Se ha pretendido dotar, además, de mayor rigor la definición típica de las conductas criminales ya existentes, logrando un catálogo de injustos que abarca las más diversas actuaciones reprochables en torno a la conducción de vehículos a motor y ciclomotores. Se ha incidido particularmente en el peligro abstracto, objetivización de conductas intolerables e incremento y actualización de penas; se han introducido nuevas figuras, reorganizado otras y --en general-- se acomete un tratamiento sistemático de gran alcance que en definitiva- desplaza la frontera entre el ilícito administrativo y el delito a favor de la jurisdicción penal. Tras la entrada en vigor del Código Penal de 1995, supone una profundización en la senda ya iniciada de actualización y mejora de estos delitos en defensa, no sólo de la seguridad colectiva sino ¿fundamentalmente-- de los bienes jurídicos más importantes como la vida e integridad física de las personas que transitan por la vía pública. Importa realizar un somero análisis de la nueva regulación por cuanto su reciente aprobación y entrada en vigor dotan de actualidad la materia.
