Para definir este horizonte, me propongo examinar de manera bastante clásica lo que han sido los puntos fuertes de la Unión, sus fracasos y lo que debería hacer mañana. Lo haré partiendo del contrato inicial de la Comunidad Económica Europea y basándome en la experiencia que tengo. Este planteamiento conduce necesariamente a dejar de lado extensas áreas de actividad de la Unión, ya sean las futuras ampliaciones, la Política Exterior y de Defensa, la Política Comercial o el Espacio de Justicia, Seguridad y Libertad. Pero creo que esto es útil si queremos ahondar en el razonamiento y estamos convencidos, como yo lo estoy, de que lo que la Unión tiene que decir del mundo depende en primer lugar de lo que es por dentro. Desde este punto de vista, el reparto inicial no ha cambiado, la Unión no se ha convertido en una Unión política y su corazón sigue siendo lo que podemos construir en torno a su modelo económico y social.