La introducción del euro en 1999, con la transición a un nuevo marco estratégico y operativo de la Política Monetaria, supuso un hito histórico sin precedentes. En ese momento, la economía europea experimentó un cambio institucional sustantivo: 11 economías nacionales, que mantenían intactas sus competencias en materia de Política Presupuestaria y Políticas Estructurales, unificaron su moneda y su Política Monetaria.