Los perfiles de la inmigración en España son mas complejos que hace cuatro años. Si en 1999 el perfil dominante era varón, marroquí y soltero además de los jubilados europeos, durante los últimos años la descripción se ha diversificado. Ahora los tres pies no comunitarios son latinoamericanos, europeos del este y africanos, unidos a la alta feminización y al intenso crecimiento de los menores escolarizados. Todo ello es la consecuencia de que los flujos anuales de entrada han alcanzado durante los últimos años un promedio de cuatrocientas mil altas residenciales. Su composición continental ha girado hacia Latinoamérica y la Europa del Este. El resultado ha sido que el stock de inmigrantes se ha "latinoamericanizado" y europeizado. El predominio marroquí ha quedado ensombrecido por el impulso ecuatoriano, colombiano y rumano. Y esas mismas pautas se han reflejado en el aumento de la inmigración indocumentada y en su composición según el origen nacional. La otra consecuencia de la política restrictiva puesta en práctica durante este cuatrienio ha sido la instalación duradera o permanente de los inmigrantes que se refleja, entre otros indicadores, en las demandas de empleo y la nacionalización.