Acceso usuarios
¿A palabras necias, oídos sordos¿ Quisiera aclarar en primer lugar que no soy bibliotecaria, aunque existen docentes que se desempeñan como tales. Sin embargo, ¿importa acaso? No sé si para todos, si sé que para muchos. Los menos leerán mis palabras libres de prejuicios, los más apenas si les harán un hueco entre ellos. Me gradué como maestra, pero aprendí que tenía vocación de estudiante. Mi curiosidad y mi inconformismo no me permiten mirar desde arriba a los niños sino colocarme a su altura, quizás porque mi devoción por los libros comenzó cuando yo ya no lo era tanto. Leo sin orden ni concierto. Escojo un título por su sonido, un dibujo por sus sombras, una canción por sus silencios. De manera que no esperen en los próximos párrafos un ensayo al uso ¿si es que hay usos para los ensayos-, ni un artículo de investigación ¿si es que puede articularse lo investigado-, ni mucho menos una opinión personal.
Les daré mi opinión sí, pero me gustaría que se preguntasen cuántos hay que opinan parecido o al revés, cuántos tienen una opinión al menos, cuántos la comparten, la debaten o la cambian por otra. Les daré mi opinión desde luego, pero lejos de ser personal, propia o particular, quisiera que la considerasen juez y parte de otras muchas. No importa si parecidas o distintas, no importa si a favor o en contra, importa, eso sí, que está basada en muchas otras y formará parte del hambriento cauce de pensamiento crítico que tan poco alimentamos en las aulas y en las bibliotecas, y que tan bien acallamos en los congresos que sobre ellas versan.
Anunciaba el título de estos párrafos que es cada vez mayor el número de asistentes a los congresos de bibliotecología, mientras que nuestras bibliotecas observan cómo sus usuarios no sólo se alejan, sino que no encuentran el modo de acercarse a ellas. La primera pregunta que quisiera hacerles es ¿por qué hablo de asistentes y no de participantes en esos congresos? Y, en segundo lugar, me gustaría plantearles si podemos considerar ¿nuestras¿ a las bibliotecas.
