En los últimos años se han producido cambios importantes en el sistema de cooperación internacional para el desarrollo, que afectan no sólo a la dimensión cuantitativa del compromiso asumido por los donantes, sino también a las formas de orientar y de gestionar la ayuda. Algunos juzgan esos cambios como exponentes de una transformación radical en la arquitectura de la ayuda. Un juicio más desapasionado apuntaría, sin embargo, a que no todo son luces en el proceso y a que, en todo caso, resta mucho por hacer para provocar un cambio sustantivo de la ayuda.