Los sistemas educativos de los países democráticos tienen que transmitir los valores y principios que constituyen la base de los Derechos Humanos y que son recogidos en la Constitución propia de cada país. La ética cívica que se propicia desde la escuela debe basarse en el respeto y en la tolerancia activa hacia los diferentes, teniendo en cuenta que la democracia ha sido siempre sinónimo de pluralismo político, moral y religioso.