Acceso usuarios
Alberto Ballarín Marcial
Los contratos agrarios viven inmersos en la llamada "cuestión social", y en ellos se puede observar una continua evolución que urge descubrir. Comenzando por el Derecho romano, es fácil deducir como la dualidad de propiedades -quiritaria y bonitaria- sirve para cimentar el poderío político en la propiedad formal, sujetando al económico mediante su adscripción a la propiedad sustancial, subordinada a aquella otra más eminente. El autor se formula una grave cuestión. Si la Historia enseña que los contratos agrarios determinados agotan su ciclo y desaparecen para dejar paso a otros nuevos, ¿cuál será el contrato agrario del futuro, aquel en que volverá a descomponerse de nuevo el doble carácter del dominio? A su juicio, el contrato de trabajo. Por todas partes parece que la evolución va a fomentar el número y las aplicaciones del contrato de trabajo en la agricultura, ocupando el lugar que en otras épocas tuviera el colonato. Debe producirse un nuevo y gigantesco fenómeno de acceso a la propiedad por parte de los técnicos y empleados de la empresa. Pero este fenómeno revestirá características especiales, ya que no se referirá ya al derecho de propiedad propiamente tal, sino más bien a la titularidad de la empresa.
