Larry Willmore
Mauricio, esa pequeña nación independiente situada en el Océano Índico al este de Madagascar, ha estado concediendo desde 1950 pensiones de vejez no contributivas a los ancianos que residen en la isla. El régimen adquirió carácter universal en 1958, pero en 1965 y en 2004 la atribución de esas pensiones volvió a sujetarse a una prueba de medios, no muy exigente, y debido a la impopularidad de esa medida, se decidió restablecer la universalidad. En 1978, el Gobierno de Mauricio añadió al régimen de pensiones de vejez un pilar obligatorio con base contributiva, que no reemplaza el de las pensiones de monto uniforme concedidas sin exigir cotizaciones de los futuros beneficiarios. Ese régimen complementario proporcionará a los participantes (aproximadamente la mitad de la fuerza de trabajo total) un ingresos suplementario. En el presente artículo el autor examina la larga experiencia de Mauricio y señala las enseñanzas de que podrían sacar provecho otros países en desarrollo