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Partiendo de que el territorio de las Comunidades Autónomas no es solamente una circunscripción administrativa y política, sino geográfica, económica y socio-cultural; primando la perspectiva socio-económica y poblacional, se atiende al territorio como condicionante de los recursos, como lugar de los asentamientos humanos, como el escenario de las actividades productivas y, finalmente, como realidad y símbolo de una identidad cultural propia. Analizando críticamente el modelo económico de los años 60, se detecta cuantificadamente, los procesos de desequilibrio, los altos costes energéticos, la congestión y/o desertización urbana, y, la deficiente calidad de vida de la Comunidad de Castilla-León. Como proyecto alternativo a la situación heredada de las décadas 1955-1975 se enfatiza la consideración de los ámbitos despoblados y la disfuncionalidad de gran parte de los grandes centros urbanos.
