Creer en lo que se hace y en las metas que se persiguen, cultivar emociones positivas y saborear los logros sin caer en la autocomplacencia es lo que hace que un directivo vaya más allá de su trabajo y consiga involucrarse, comprometerse y, sobre todo, disfrutar realmente con la actividad a la que dedica más horas diariamente. Por ello, el autor de este artículo concluye que la autotelia es el esmero profesional, el apego por las cosas bien hechas y las soluciones novedosas, en definitiva, el cultivo de nuestra dimensión de seres humanos. "Este concepto no sustituye a ningún otro de los que se postulan en los perfiles competenciales, pero sí llevar nuestra atención sobre la dimensión del ser humano, la función social de la empresa y la satisfacción de los clientes".