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Sigfredo Francisco Ortuño Pérez 
, José Luis Fernández-Cavada Labat
Las producciones ganaderas disfrutan en el marco de la Unión Europea de unos sistemas de protección, directos e indirectos, que están permitiendo su mantenimiento. Lo cual implica, entre otras muchas medidas, la imposición de restricdones al comercio internacional. Ante la progresiva liberalización de los mercados, y por tanto de la convergencia de los precios internacionales, se abre un futuro incierto para las producciones ganaderas en muchos países de la Unión Europea. En el caso de España, con sistemas de producción muy heterogéneos, es necesario reaccionar a este nuevo reto provocoado por la liberalización de los mercados mejorando la competitividad de las explotaciones ganaderas. El sector ganadero ubicado en áreas desfavorecidas, que representa más del 80 por ciento de las explotaciones en España, presenta una situación de partida muy desfavorable, ya que la competitividad de las explotaciones es muy baja, y en gran parte subsisten gracias a las subvenciones que perciben del FEOGA, como se constata al analizar los distintos subsectores ganaderos: ganado ovino, caprino y vacuno. La respuesta dada por la Unión Europea, a partir de la reforma de la PAC del año 1992, ante la liberalización de los mercados, ha sido la de incrementar las ayudas directas a las explotaciones y disminuir los precios de intervención, con objeto de aproximarlos a los precios internacionales. De esta forma se protege una agricultura familiar predominante en el conjunto de la Unión Europea, pero será muy dificil mantener dichas medidas a largo plazo, ya que estos sistemas de protección, no incentivan la transformación de las explotaciones ganaderas, sino que generan la dependencia cada vez mayor de las subvenciones, incrementándose la diferencia entre una agricultura competitiva en los mercados internacionales y una agricultura subsidiada.
