La erradicación de la pobreza y el hambre en el mundo es el problema económico fundamental que motiva los esfuerzos de todos los países y que orienta la política económica internacional. No obstante, los avances en ese sentido han sido escasos. Aunque en el conjunto del mundo pueda detectarse una cierta disminución de los niveles de pobreza absoluta, sobre todo por el avance de China y en menor medida de India, otras zonas pobres como Latinoamérica apenas han mejorado, África ha aumentado incluso su distancia relativa respecto a las áreas más ricas y ha habido un claro retroceso en la renta per cápita de los países del extremo oriente de Europa. Las políticas internacionales no sólo no han alcanzado los objetivos de ayuda previstos y aprobados por las Naciones Unidas, sino que siguen sin modificar los patrones de crecimiento internacional que limitan la competencia en los mercados y agudizan la concentración de capital.